Barricada de Papel Nº 47. Cádiz, la represión policial y del estado contada en primera persona

La guerra del hambre

No se puede represaliar el ruido en las tripas porque no es posible vivir sin sustento.

Que la gente se eche a la calle para reclamar su trabajo, su pan y su dignidad es lo más normal del mundo. ¿Qué se espera de una persona a la que le quitan hasta lo más básico de sus derechos?

Que sea un número más en las colas del hambre, que cometa algún delito en su intento de subsistir o que acepte con resignación la exclusión social.

La gente quiere vivir dignamente, quiere no sentir terror a reivindicar sus derechos y reclamar recursos, porque la falta de estos… provoca un miedo atroz que genera demasiado dolor a convertirse en un “nadie”.

Querer tener las necesidades básicas cubiertas con empleos dignos y un techo bajo el que cobijarse, es lo mínimo que se puede desear para tener ilusión por vivir con lo esencial.

Que algo tan básico no sea comprendido, sea criminalizado, perseguido y penalizado por un gobierno que se denomina a sí mismo “el más progresista de la historia”, demuestra la falta de humanidad, coherencia y empatía sobre el dolor de la gente de nuestra tierra, que se tiene que echar a la calle para reclamar el pan, el trabajo, el techo, la igualdad y la dignidad, algo de lo que carecen quienes golpean con sus porras o envían las tanquetas a Cádiz contra quienes levantan la voz, para intentar saciar el hambre de sus familias y buscar un mundo mejor

Carol Garrido. 

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