CONSUMO, CUIDADO
El 14 de diciembre, se ha planteado una huelga de consumo desde La Confederación General del trabajo en Andalucía, Ceuta y Melilla, la cual yo llevo secundando desde que comprendí algunas cosas importantes que suceden en nuestro interior y que nada comprable las puede arreglar.
Recuerdo la mala sensación de deambular por aquellas tiendas amontonadas de gente en la que la música es fuerte y martilleante. La cara de la gente desencajada cargada de bolsas corriendo de un lado a otro compitiendo por comprar desenfrenadamente antes y más, llenando vacíos.
Montañas de ropa de todas las variedades posibles, que tanto coste suponen al medio ambiente a precio de saldo, la mayor parte de ella confeccionada con mano de obra infantil en países como Bangladesh, Pakistán, india… y La música con el ritmo incesante o a golpe de villancicos que ablanden el corazón por aquello de la supuesta época de “paz y amor” que se le supone a la navidad de la cristiandad. Todo un festival para los oídos para que no pienses, participando con ello a contribuir con este sistema de deglución espiritual. Sistema que te pierde como persona entre montones de códigos de barras que yacen por doquier, generando necesidades innecesarias en la mayoría de los casos.
A partir de ahí, Colas, muchas colas de personas aborregadas para adquirir cosas que no sabíamos ni que existían, que en la mayoría de los casos no se necesitan y que solo sirven para hacer caja a multinacionales y grandes corporaciones.
Las preocupaciones, la tristeza por los problemas que tenemos en esta sociedad, donde vivir se hace tan duro para la gran mayoría social, no tienen receta sanitaria de cura en los centros comerciales. Todo lo contrario, el vacío se hace aun mayor.
El consumo responsable y justo es la mejor herramienta solidaria para el planeta y por ello para contrarrestar este consumo abusivo y superfluo, es necesario parar.
Carolina Garrido
