Apátrida, el nuevo tema de Brisa Fenoy, pretende dar voz a aquellas personas que no tienen patria, aquellas que no son reconocidas por ningún país como ciudadanos propios, aquellas que se encuentran encarceladas en el territorio a donde las circunstancias les han llevado.
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Nada pueden hacer para evitar estar condenadas a la nada civil, a las nefastas consecuencias que supone el estatuto de apátrida. Esta profunda injusticia atenta contra los más elementales derechos humanos. En este sentido, el Consejo de Derechos Humanos viene abordando desde 2008 hasta 2016, la cuestión del derecho a la nacionalidad y la prevención de la apátrida en varias resoluciones. Naciones Unidas estima en más de 10 millones de personas las que se encuentran aquejadas de este limbo ciudadano.
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Este 20 de junio de 2020, día de las personas refugiadas, muchas de ellas apátridas, podría convertirse en el arranque a escala mundial del reconocimiento de la nacionalidad a todas las personas que residen en todos los territorios del planeta.
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Cada año organizaciones solidarias, como CEAR, también sueñan con que se produzca el inicio del cambio necesario, haciendo posible para esos millones de personas el ejercicio del derecho a soñar que abanderó Eduardo Galeano.
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Apátrida comienza con estos sueños: “Sueño con un avión que vuela por el cielo, Sueño con ese barco que me lleve lejos. Sueño con un amor que nunca me dieron. Sueño con ese sueño que me lleva lejos”. Cada persona que escuche la canción, tiene la oportunidad de pararse un instante para responder a las preguntas que el tema le presenta:
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¿Qué soy sin ser nada? ¿Qué digo sin palabras? ¿Qué construyo sin nombre? ¿Qué voto sin patria?
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Ya que podría ser “una niña que tiene miedo”, “un joven que tiene un sueño”, “una mujer que tiene dueño” o “un anciano que muere en silencio”.
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Apátrida es una oportunidad más para empatizar con “una niña que tiene miedo” o “un joven que tiene un sueño” o “una mujer que tiene dueño” o “un anciano que muere en silencio”. Un instante para experimentar el miedo, desesperanza, dependencia,… silencio
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¿Quién desearía “invivir” así?
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Brisa Fenoy
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