Llega a Huelva la Marcha Blanca andaluza del Servicio de Atención Domiciliaria (SAD)

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Apartheid animal

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Que algunos animales  hayan dejado de considerarse “bienes mueble” en esta España del siglo XXI, es algo digno de reflexionar, principalmente porque ese cambio evidencia lo alejados que estamos como país de la sensibilidad reinante en el resto de Europa y muchas otras partes del mundo.

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Cuando observo el comportamiento de cazadores ensalzando esas matanzas como proezas, esos toreros que quieren parecer héroes por ponerse delante de un rumiante que ha sido preparado para ser debilitado, maltratado,  herido y extenuado hasta alcanzar la muerte, convirtiéndolo en un espectáculo, pienso que como país, no hemos salido de la época de la “Milana bonita” y sus Santos inocentes.

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Esa cultura rancia que aun se intenta vender como bien nacional y patrimonio inmaterial cultural y social, no es más que el flotador vital de un elevado número de personas que utiliza el maltrato como negocio, el sufrimiento animal como un enaltecimiento de su virilidad y superioridad sobre el resto.

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Lo que se mama es lo que se ama y ahí el bagaje nacional tiene muchos años de retraso como consecuencia de esa época de secuestro mental, de espíritu y libertad que se llamó dictadura, un régimen fascista del que aún no hemos logrado soltar amarras y que sigue ganando adeptos en pleno siglo XXI.

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Quienes hemos vivido fuera, víctimas de la emigración desde España, donde el régimen totalitario y la hambruna empujaban a buscar el sustento fuera, hemos mamado otros comportamientos con los animales, donde  la justicia y el respeto eran naturales y sentimos vergüenza que asocien a España con esas aberraciones que siguen sin oposición alguna por parte de cualquier gobierno, dejando a los malvados hacer a su antojo, generando masacre, tortura y muerte y haciéndonos sufrir diariamente con una legislación laxa y de cara a la galería, que ni siquiera los tiene en cuenta como seres vivos que sienten.

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Nadie decide si quiere venir a este mundo, los animales tampoco. La sabia naturaleza y el instinto de supervivencia de las especies nos hacen coexistir en un planeta en el que no hay un lugar de respeto y convivencia natural y respetuosa con ellos.

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Carol Garrido

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