Una decena de compañeros y compañeras se concentraron ante la Ciudad de la Justicia de Málaga para mostrar su apoyo a Carmen, una compañera de limpieza que ha sido recientemente despedida, mediante un ERTE, de su puesto de trabajo en el que llevaba trabajando en torno a 20 años y cuando está próxima a cumplir 60 años. En la concentración de apoyo han participado afiliados de distintos sindicatos malagueños y amigos de la compañera despedida. Hasta aquí todo normal.
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Lo realmente extraño es que Carmen ha sido despedida por la Federación Provincial de la CGT en Málaga como medida para tratar de equilibrar las cuentas de la Federación. El descuadre de las cuentas de Málaga no se debe al sueldo de Carmen sino más bien a la mala gestión de los responsables de una federación que, desde hace unos años, ha bajado notablemente el número de afiliados, tanto reales como declarados, y a una serie de decisiones adoptadas por los últimos secretariados permanentes de la Federación. Y, como las peores empresas, la solución que se ha adoptado es cargar en los trabajadores de los errores en la gestión de los responsables de la Federación.
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Si queremos seguir teniendo alguna credibilidad entre los trabajadores no debemos utilizar las excusas empresariales para despedir a compañeras, ni deberíamos contratar a abogados que desprecian la actividad sindical para defender las causas del despido ante los tribunales, mientras ocultamos la responsabilidad de los SPs en la ruina de la federación. No podemos enarbolar la bandera de “Las que están se quedan” en muchas de nuestras movilizaciones, mientras nosotros mismos no tenemos el mínimo de sensibilidad con nuestras propias trabajadoras y compañeras. La propaganda por los hechos, hoy en día, se puede traducir en la necesidad de que nuestro discurso se corresponda con nuestra acción. Un mínimo de coherencia es básico. Así que utilizando nuestro propio discurso, desde aquí lanzamos un grito de reivindicación y de vergüenza: “Carmen y Mónica (las que están) se quedan”.
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