¿Qué hay detrás de Séneca o de Pasen?

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Es bien conocido, que las personas estamos obligadas a repetir las lecciones no aprendidas de la vida una y otra vez hasta asimilarlas.

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Tras lo acontecido con el Covid 19, nos encontramos ante un gran reto humano que trasciende de nivel y pasa de lo individual a lo colectivo. El oscuro espacio de confinamiento, ha puesto de manifiesto las deficiencias de nuestro mundo. Mundo que se ha mostrado, sin ningún atisbo de duda, inhabitable. Pobreza, abandono, muertes…, falta de recursos esenciales como camas de hospitales, mascarillas, respiradores, largas colas para el abastecimiento de alimentos de primera necesidad, gentes sin hogares.…

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Se ha evidenciado la falta de respuesta eficaz de un sistema económico capitalista globalizado, que es capaz de extender con rapidez sus tentáculos por todo el mundo, hábil en acaparar productos y bienes, sin ser capaz de responder con la misma celeridad y eficacia a las necesidades generadas por la pandemia.

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Esto nos lleva a la inminente reflexión de que no podemos volver a lo anterior, porque, así como era, hemos llegado al desamparo humano, a esta crisis sanitaria, social y ecológica en la que aún nos encontramos y continuaremos durante un tiempo difícil de predecir. Por tanto, en estos momentos de búsqueda del modo nuevo de vivir, habrá que ser muy cuidadosos para nutrirnos con todos los ingredientes que se han echado en falta y nos han dejado como sociedad desnuda.

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Ahora que nos hemos dado cuenta de manera contundente, de que esta sociedad de consumo necesita un cambio desde la raíz, debemos organizarnos para promover ideas e iniciativas que se alejen de la destrucción de las personas y de la naturaleza, como viene sucediendo, situando la vida en el centro.

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Las redes sociales se han llenado de imágenes de cielos limpios observados desde los balcones, y es evidente que la manera de producir las cosas juega un papel importante con nuestro medio ambiente, del cual dependemos, aunque paradójicamente tengamos como sociedad conductas de destrucción masiva, consecuencia de la voracidad en mayor o menor medida de la que formamos parte. Ahí la individualidad vuelve a ejercer su poderosa capacidad de tomar conciencia, de que formamos parte de un mundo, que depende de nuestros cuidados, del de cada una y cada uno de los presentes en este espacio aun habitable y que a través de su influencia en el entorno y con su ejemplo, puede formar parte de esa transformación que este planeta tanto necesita.

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Es momento de alzar la voz, de organizarse y oponerse a tantas injusticias y decir, no voy a formar parte de esto. No voy a fomentar con mi consumo desmesurado un sistema caduco, que me roba la vida a cambio, en el mejor de los casos, de un mísero salario que me tiene el seso comido, para querer gastarlo en cosas superfluas, que aparentan darme la vida, que el sistema me está quitando.

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Carolina Garrido
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