Un clic para la película de nuestras vidas
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A veces pienso que las redes sociales hacen que muchas personas se den más valor a sí mismas. Con ellas se hacen más protagonistas de su propia vida. A priori, todo eso puede parecer bueno. Tener más seguridad y más autoestima, pero estos planteamientos, siempre me hacen pensar en la autenticidad de las personas. Si la imagen que mostramos o nos muestran, se corresponde con la realidad y también si las opiniones que se vierten son realmente sinceras.
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Las redes sociales sin duda, son la alternativa para conocer información que por otra vía difícilmente se podrían obtener, compartir o propagar. Pero ese afán de convertir nuestras vidas en importantes, dar más valor a hechos cotidianos que hacemos, satura el mundo. Nos descentra de otros hechos relevantes, de actos a los que sí debiéramos estar presentes, como ciudadanos y ciudadanas del mundo con una responsabilidad y conciencia social.
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A veces pienso que todo se ha mezclado, lo importante con lo irrelevante.
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Aún recuerdo cuando hacíamos fotos para inmortalizar los recuerdos.
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Esa celebración con la familia que venía a casa, porque se había tenido que ir a emigrar. Esas fotos impresas se convertían en algo importante, y sentados en la merienda, pasábamos los ratos con los recuerdos de los que están de vuelta a donde hubiesen tenido que retornar.
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La vida hace años no permitía distracciones e ir de turismo era algo excepcional. Todo ha cambiado, el mundo es irreconocible y muchas personas piden que se pare. Ese exceso de inmortalización de actos que se comparten, de escaso o nulo interés general, choca en muchos casos con el derecho a la intimidad.
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La comunicación entre las personas ha dejado de ser natural. Subir a la red continuamente nuestros actos, nos resta naturalidad. Conductas de catálogo, sonrisas enlatadas y cuando las personas nos vemos, después de mucho tiempo, nos sentimos extrañas en cercanía. Nuestra necesidad de comunicación e interrelación es casi inexistente, porque ya hemos mostrado al mundo nuestra vida y tenemos poco o nada que contar, así que para romper el hielo, nos juntamos levantando el brazo, y un nuevo click genera un nuevo episodio de la película de nuestras vidas, con nuevo decorado, actores y actrices y todo vuelve a empezar.
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Carolina Garrido
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