La nieve todo lo tapa.
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Los blancos copos caen sobre Sierra nevada, la más famosa de nuestra comunidad, la que llena portadas de prensa con su gran publicidad, la que sufre con las visitas de los humanos, cada vez que se prepara para una nueva temporada, la que se degrada paso a paso ante la falta de gestión ambiental adecuada.
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Durante esos días, cuando el blanco manto cubre el Veleta o el Mulhacen, la caravana de coches, como una larga hilera de hormigas, se va agolpando, llenando los aparcamientos, ocupando el filo de la carretera.
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La venta de forfaits se dispara. La depuradora de Pradollano supera con creces los límites permitidos desde hace años… Los trabajadores y trabajadoras de la estación de esquí sufren duras condiciones para poder llevar el pan a sus casas, mientras se devora vida por todos los rincones del idílico espacio natural, mediante el consumo desmedido e irresponsable de quienes pueden permitirse el lujo de esa diversión blanca, de ese espacio natural.
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La marabunta humana se adentra en la montaña, lugar protegido solo por palabras.
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Colas para aparcar y comprar, colas para comer. Precios abusivos en un espacio protegido.
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Esta es la realidad de Sierra Nevada, donde la nieve todo lo tapa, y se intenta silenciar, desde las condiciones laborales en precario de los trabajadores de la empresa pública dependiente de la Junta de Andalucía, hasta la contaminación ambiental.
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Consumo y capitalismo son el polo opuesto a la vida digna y a la conservación de nuestro medio natural.
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Carolina Garrido
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