La Federación de Empresarios del Metal de la Provincia de Cádiz (FEMCA) no puede seguir ignorando a las trabajadoras y trabajadores del sector. La huelga indefinida convocada por CGT Andalucía no está condicionada por acuerdos cerrados en despachos ajenos a las asambleas. La organización se mantiene a la espera de la convocatoria del SERCLA para exigir explicaciones a la patronal de frente y con luz y taquígrafos.
En las últimas asambleas hemos detallado una tabla reivindicativa respaldada por la mayoría del sector. En ellas, se ha reiterado la exigencia a FEMCA: que no vuelva a despreciar el proceso de mediación, como ya hizo en anteriores ocasiones, desoyendo el clamor de las calles y avalando un preacuerdo completamente insuficiente y restrictivo, tanto en derechos como en condiciones económicas.
CGT-A, como convocante de la huelga indefinida y portavoz de las decisiones colectivas de las asambleas, reclama un convenio que no excluya a nadie. Un acuerdo que sea estructural, plural y pensado para garantizar condiciones dignas a todas las plantillas.
Reivindicaciones mínimas que FEMCA debe asumir:
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Compromisos firmes de aplicación y vigilancia del convenio.
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Consulta real y vinculante a las plantillas del sector.
A lo anterior, CGT añade las siguientes exigencias fundamentales para un convenio justo:
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Duración máxima de tres años, subida salarial conforme al IPC y recuperación progresiva del poder adquisitivo perdido.
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Fin de las dobles y triples escalas salariales, y eliminación del contrato de nuevo ingreso.
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Cobro desde el primer día del complemento de tóxico-penoso para todo el personal.
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Inclusión de todas las personas trabajadoras, incluidas subcontratas, bajo el amparo del convenio del metal.
Desde CGT estamos dispuestas a explicar punto por punto estas demandas a FEMCA en la próxima convocatoria del SERCLA, para la que ya se ha registrado solicitud de mediación. No queremos más pactos por arriba: es el momento de negociar desde las bases y sin burocracias sindicales.
La FEMCA tiene una nueva oportunidad. Puede sentarse a hablar con quienes sostienen el sector día a día, no con cúpulas que no rinden cuentas. De su decisión dependerá el desenlace de un conflicto que las plantillas no desean, pero que están dispuestas a mantener en defensa de su dignidad y reconocimiento profesional.