CGT se opone a la venta especulativa de Antares

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Recientemente la dirección de Telefónica ha comprado los derechos televisivos de la liga de fútbol por 3.421 millones de euros y también los de la Champions League y Europa League por 1.080 millones, lo que hace un total de 4.501 millones de euros, cuya amortización en tres años es más que cuestionable. Al precio actual se necesitaría casi un millón de nuevos clientes con el paquete de Fusión + Fútbol, algo que parece más que improbable.

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Ese exceso de derroche en la compra de contenidos choca con la política cicatera y rácana hacia sus empleados. Uno de los últimos casos es la negativa de Telefónica a abonar las horas extraordinarias que numerosas personas tuvieron que hacer en mayo de 2017 como consecuencia del virus WannaCry.

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Así, y tras la denuncia del Comité de Empresa de Barcelona, la Inspección de Trabajo inicia un procedimiento sancionador contra Telefónica por negarse a pagar las horas extras realizadas por varias personas y, a aquéllas a las que sí se las pagaron, por no hacerlo correctamente y no cotizar a la seguridad social.

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No es casualidad que además la empresa las haya considerado “de fuerza mayor” cuya cotización es menor y no computan al máximo permitido anual de 80 horas extraordinarias. Pero lo cierto es que, siendo rigurosos, tampoco deberían considerarse como tales ya que en el CEV especifica que este tipo de horas son las “que haya que realizar para evitar en lo posible, siniestros, circunstancias, o daños extraordinarios o reparar dichos daños o averías ya producidos que afecten a la red de comunicaciones fijas y móviles y en general, las que originen incomunicación parcial de zonas de grandes capitales o total de otras localidades o incomunicaciones totales o parciales que afecten gravemente a las comunicaciones de servicios públicos de la comunidad”.  De sobra conocido es (la propia empresa se encargó de dejarlo claro en todos los medios de comunicación) que el virus WannaCry no afectó a la red externa ni a los clientes finales, sino que fue un problema exclusivo de los equipos informáticos de los propios trabajadores.

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Recuerda a su vez la Inspección que “las horas extras se deben pactar previamente si se abonarán o compensarán con tiempo”, cuestión que en la mayoría de los casos la empresa ha obviado, no dándole la oportunidad a las personas que las realizaron a decidir cómo querían la compensación. Si al final es con tiempo, ésta ha de tener lugar en los 4 meses siguientes a la realización de las horas.

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Recuerda a su vez la Inspección que “las horas extras se deben pactar previamente si se abonarán o compensarán con tiempo”, cuestión que en la mayoría de los casos la empresa ha obviado, no dándole la oportunidad a las personas que las realizaron a decidir cómo querían la compensación. Si al final es con tiempo, ésta ha de tener lugar en los 4 meses siguientes a la realización de las horas.

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Es cuando menos curioso que en cuestiones de política empresarial,  la dirección de Telefónica vire a un lado o a otro según de dónde considere que provenga el viento y así este año recule en lo que el año anterior decidió no hacer ni en sueños y ahora esté dispuesta a pagar una cantidad astronómica por el fútbol (¡¡¡¡4.501 millones de euros!!!!) con una compra que será muy complicado amortizar, pero sin embargo en el aspecto laboral se mantiene firme en la absoluta austeridad hacia las plantillas, manteniendo los salarios sin apenas incremento desde hace años y negando a la mayor y a la menor diversos derechos económicos. Ojo, derechos, que no son regalos que altruistamente nos dé.

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Cuán acertado es el nombre de WannaCry, porque con esta política laboral de Telefónica, sin duda dan ganas de llorar.

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