En una Guía de la consejería, que está circulando estos días, se habla de cuatro formas de controlar la asistencia a los centros educativos: por código QR, código PIN, código RFID y geolocalizador. Esto ha generado cierta alarma entre el profesorado.
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De entrada, resulta paradójico que en plena pandemia se ensaye un sistema de control de presencia, cuando se nos anima a que hagamos muchas tareas de manera telemática.
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En segundo lugar, no podemos negarnos a que se controle la asistencia* (que por arte de magia se ha convertido en presencia), siempre y cuando se cumplan todos los requisitos que establece la normativa sobre protección de datos y tratamiento de ficheros electrónicos.
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La consejería no ha comunicado a los sindicatos información alguna sobre este proyecto. Por eso se la pedimos y le advertimos de que vamos a estar vigilantes para que se cumpla de manera escrupulosa con la normativa.
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Con estos sistemas se permite al equipo directivo, entre otras cosas, configurar a su antojo el tipo de control, que puede ser distinto para unos u otros docentes. También se contempla el control del PAS y, ya puestos, del personal externo.
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Se ha hecho un pilotaje inicial de 10 centros y, en breve, se extenderá a 100 o 200 para abrirse luego a todos los centros. El modus operandi habitual: esto es voluntario y solo una prueba. Y, cuando te quieres dar cuenta, ha venido para quedarse y no hay vuelta atrás.
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El control por geolocalización, incluso con el consentimiento de la persona interesada, parece invasivo y desproporcionado, ya que la geolocalización no cumple el principio de proporcionalidad que reconoce la ley de protección de datos, al considerarse una información de carácter personal.
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No nos parece adecuado el sistema del código QR, pues, aunque sea muy rápido y muy moderno, nos obliga a utilizar nuestro teléfono personal. Además, CGT se opone a que el sistema incluya el módulo de geolocalización.
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