Las privatizaciones es algo que está al orden del día. Hasta ahora y desde hace ya décadas, el ferrocarril público, encarnado en la antigua RENFE y hoy dividida en varias empresas, siempre ha sido un jugoso caramelito al que meter mano por parte de empresas privadas, algunas de ellas comandadas por ex-directivos de la propia RENFE, o creadas directamente por antiguos ejecutivos de la empresa pública metidos a empresarios con dinero público.
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En este caso asistimos a la licitación, denominación moderna para privatizar un servicio privado, de nuevos servicios de los talleres de RENFE. Nos hemos trasladado a uno de ellos que está en Málaga para asistir a una concentración de trabajadores y trabajadoras en repulsa a esta licitación, que hay que recordar que ha caído en manos de una de esas empresas relacionadas con un ex-directivo. Allí nos hemos encontrado con una sorpresa, hemos descubierto a un “Licitador Chiringuitero”, un personaje que amable nos ha atendido y nos ha desvelado cuáles son sus intenciones para con esta nueva adquisición. Si quieren escucharlo, no lo duden y se llevarán una sorpresa… ¿o no?
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Nuestra reflexión nos lleva al campo económico. Si una empresa privada debe repartir beneficios que saldrán de un presupuesto, ¿de dónde creen ustedes que saldrá?, máxime si por el mismo trabajo, hay empresas públicas que no tienen como objetivo generar esos beneficios y su único afán es el de la calidad y seguridad del servicio, con inversión en la producción pública y de un empleo con ciertos derechos (mejorables hay que decir)
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