Desde hace unos días el teléfono de Salud Responde es el teléfono de referencia de la ciudadanía andaluza de información sobre el Coronavirus.
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Esta alerta sanitaria se atiende desde este servicio con total profesionalidad por parte de la plantilla de Salud Responde, a pesar de la inactividad absoluta de la empresa por afrontar esta situación.
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Detrás de este servicio que la Junta de Andalucía ofrece a la población andaluza hay personas desbordadas a causa de la mala gestión que la empresa adjudicataria, Ilunion, está realizando. Uno de los principales problemas es la falta de formación a la plantilla, que se ha realizado en algo más de 10 minutos y que se va actualizando a golpe de correos electrónicos e instrucciones verbales, que el personal que trabaja allí apenas puede ir leyendo a causa de la sobrecarga de trabajo y que genera una gran inseguridad en la plantilla con respecto al mensaje que deben facilitar a la ciudadanía.
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Los niveles de estrés que padece la plantilla son insoportables porque no hay suficientes personas en sala durante los turnos para atender tanta demanda de llamadas. Hay turnos completos de 8 horas con llamadas en cola de más de un minuto no pudiendo ni siquiera beber agua. Teniendo personal en bolsa y contrataciones y/o aumentos de jornadas parciales, precisamente este mes es cuando menos ampliaciones se han hecho.
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El servicio ya sufría estas necesidades antes de la alerta del coronavirus, se perdían llamadas y las personas que lo utilizaban tenían que aguantar minutos de espera en largas colas de llamadas, si además sumamos esto, la situación se ha vuelto insostenible. El resultado es una plantilla estresada, que, aunque quiera y se esfuerce no puede dar un servicio de calidad porque no dispone de las herramientas para ello ante la dejadez de la empresa adjudicataria y la complicidad de la Junta de Andalucía.
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CGT exige a las personas responsables que busquen soluciones, aumenten plantilla y den la formación adecuada para poder ofrecer un servicio de calidad.
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Los andaluces y las andaluzas estamos enriqueciendo a una empresa privada, no para que explote a sus plantillas y salgan del paso, sino para que den un servicio de calidad respetando los derechos de las personas que trabajan y dedican su esfuerzo en esto y a la ciudadanía que lo utiliza y llama, que tienen derecho a recibir un servicio público con la máxima calidad posible
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Esto demuestra una vez más que las subcontratas no deben existir porque las empresas privadas sólo miran por tener ganancias y no por la calidad de los servicios ofrecidos.
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