Desde CGT Andalucía, Ceuta y Melilla denunciamos con firmeza el repunte de ataques racistas, agresiones de ultraderecha y campañas de odio contra la población migrante que se vienen produciendo en distintos territorios del Estado, y también aquí, en nuestras calles y campos. La complicidad institucional y la permisividad policial, sumadas al discurso criminalizador que circula impunemente por medios y redes, están alimentando un escenario de auténtica cacería contra personas empobrecidas por el sistema y nacidas fuera del territorio europeo.
Lo que hemos visto en Torre Pacheco no es un caso aislado. Es un síntoma. En los barrios obreros de nuestras ciudades, en las chabolas invisibles de los campos de Huelva, Almería y Jaén, en los CETI de Ceuta y Melilla o en los polígonos del extrarradio sevillano o malagueño, las personas migrantes —trabajadoras explotadas, muchas veces sin papeles, sin derechos y sin voz— son objetivo del miedo, la exclusión y la violencia. Se las culpa de la inseguridad, del desempleo, de la pobreza… cuando en realidad son víctimas, no responsables. Víctimas del capitalismo y del racismo institucionalizado.
Mientras los señores del poder se pasean por los platós hablando de «efecto llamada», «fronteras seguras» y «retirada de ayudas», sus palabras calan en una parte de la población que, ignorando el verdadero enemigo, descarga su frustración contra quienes menos tienen. No es casual. Es un guion diseñado para dividir a la clase trabajadora. Es el viejo truco del patrón: enfrentar pobres contra pobres para que nadie mire hacia arriba.
Desde nuestra organización no vamos a permitir que se normalice este discurso ni esta violencia. Como sindicato de clase, anticapitalista, feminista, internacionalista y combativo, tenemos claro de qué lado estamos. Del de la gente que vive y trabaja en los márgenes, del de quienes son perseguidas por no tener un papel, del de quienes sostienen con su esfuerzo silencioso buena parte de la vida económica y social de este país.
Apoyamos sin fisuras a la clase trabajadora migrante, independientemente de su procedencia, situación administrativa o profesión. No sólo recogen frutas, limpian habitaciones o trabajan en el campo: también investigan en laboratorios, ejercen la medicina, cuidan en hospitales, diseñan software o trabajan en la educación. Son parte esencial de nuestras comunidades y del sostenimiento cotidiano de esta sociedad. La persecución que están sufriendo no tiene que ver con la delincuencia, sino con un racismo creciente que criminaliza el origen, no las acciones, y que convierte el lugar de nacimiento en excusa para negar derechos y sembrar miedo.
En El Ejido, en Níjar, en Motril, en Algeciras, en Ceuta y Melilla… conocemos bien cómo actúa el racismo cuando se le da poder y se le deja actuar con impunidad. Las razias de grupúsculos fascistas no son un “problema de seguridad ciudadana”, como pretenden blanquear algunas administraciones, sino una consecuencia directa del odio institucional, de los bulos difundidos con total impunidad, y del abandono sistemático de los barrios más empobrecidos.
Desde CGT Andalucía, Ceuta y Melilla reafirmamos nuestro compromiso con la convivencia, la justicia social y la igualdad de trato. Rechazamos cualquier forma de racismo y exigimos a todas las instituciones una actuación clara y firme contra esta ola de odio. No es un problema de convivencia, sino de impunidad. Por eso insistimos: la solidaridad entre pueblos y entre trabajadoras no es opcional, es imprescindible. Frente al racismo, la organización colectiva y el apoyo mutuo son nuestras mejores herramientas.