Mañana, miércoles 11 de septiembre, en el Juzgado de lo Social de Almería, está previsto el juicio por el despido de Encarna Aznar, conductora de Alsa-Bacoma que fue despedida por ser mujer.
Como se recordará, en agosto de 2023, la dirección de ALSA, en competencia por aquel entonces con la Federación Española de Fútbol por el caso Rubiales, despidió a la única mujer que trabajaba en la línea de autobuses que une Almería con Valencia, concesión del Ministerio de Transportes gestionada por la empresa Bacoma, grupo ALSA. Fue despedida por la acumulación de dos supuestas faltas: detener el vehículo en un área de descanso que no es la habitual, motivada por dolores menstruales y hemorragia, al padecer endometriosis (situación que la empresa conocía), y para garantizar con ello la seguridad de los pasajeros. En otra ocasión, por somnolencia sobrevenida, algo que es común entre todos los conductores y que, además, está aconsejado por la Dirección General de Tráfico.
El despido, mientras se encontraba en situación de IT, fue el culmen de una situación que hacía imposible a Encarna poder trabajar en armonía y centrarse en el trabajo, derivado del trato desigual y la presión a la que se le sometía desde tiempo atrás. Cuestiones como discriminarla directamente sin descansar ni un sábado o domingo desde enero de 2023 (a diferencia del resto de sus compañeros, con la excepción de uno en mayo), sancionarla, y posteriormente que el Juzgado de lo Social de Almería le quitara la sanción por desproporcionada e inverosímil. Además, ser la portavoz de la sección sindical de CGT y exigir el cumplimiento de la legalidad en materia de retribuciones y salud laboral.
CGT Almería denunció entonces este atropello contra una profesional de la conducción de autobuses que, poco tiempo antes de caer en desgracia para la empresa, recibía el reconocimiento de ALSA con una distinción por su buena labor al volante. Meses más tarde, es acribillada vilmente por padecer dolencias o enfermedades propias de ser mujer, a las que no se les da la consideración o importancia que tienen y que llegan a ser totalmente incapacitantes en muchos casos. Por salvaguardar la seguridad propia y del pasaje, o por exigir el cumplimiento de la legalidad, se demuestra que esta empresa, gestionada por hombres, solo quiere a hombres en Bacoma.
La actuación inquisitorial de la dirección de ALSA, al despedir a Encarna sin tener en cuenta todas las explicaciones dadas por la compañera, además de ser misógina, atenta contra sus derechos fundamentales a la igualdad y no discriminación por género, al derecho a la salud, al derecho de indemnidad, y al derecho a la libertad sindical. Esta abultada plaga de violaciones sistemáticas de sus derechos constitucionales es lo que se va a juzgar más de un año después de un despido que debe ser determinado como nulo por el juzgador, conforme al petitum de la demanda. Sin embargo, aun cuando la justicia se pronunciase a favor de la compañera, el daño sufrido quedará marcado a fuego en su persona para toda la vida.
Confiemos en que ALSA, conocedora de la lentitud de la justicia, no intente dilatar por más tiempo el proceso con cualquier argucia procesal. Debe someterse a celebrar el juicio para que quede visto para sentencia y dejar de abusar impunemente de una trabajadora por el simple hecho de ser mujer y no sumisa